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Editorial - 1080

 


Tú eres un ejemplo para bien o para mal

 

La historia de nuestra vida está formada por infinidad de vivencias. Cada vivencia es como un capítulo de nuestra historia. Todo lo que hemos vivido está grabado en nuestra mente, pero muchas de estas vivencias pasan al subconsciente y quedan olvidadas para siempre, sin embargo están ahí, vivas y activas, influyendo en nuestra vida de muchas formas. Nuestra autoestima y nuestro estado de ánimo, dependen en gran medida de los mensajes que emiten estas vivencias.

 

Por encima de los condicionamientos sociales, somos responsables de nuestras acciones, porque somos inteligentes, tenemos conciencia y disfrutamos de libre albedrío, lo que nos permite controlar nuestros pensamientos y emociones; por lo cual, cada quién es protagonista y artífice de su propia historia y de su destino. " Los seres humanos estamos condenados a ser responsables" Ortega y Gasset


Somos responsables de todo lo que hacemos y de lo que influimos en los demás, no importa si tienes conciencia de ello o no. La ignorancia y la inconsciencia no excusan del mal comportamiento ni de las consecuencias del mismo.


Tú sabes que los demás te observan y que tu ejemplo influye en sus vidas, para bien o para mal, y que eres responsable de ello, pues en esta vida, toda acción produce efectos en ti y en los demás y genera responsabilidades.


El hecho de que los seres humanos no demos importancia a esta realidad, le tiene sin cuidado a la naturaleza. La naturaleza se limita a aplicar de forma automática la Ley de Causa y Efecto, según la cual, cada persona recibe lo que da; obtiene el beneficio de lo que hace bien y paga las consecuencias de lo que no hace o de lo que hace mal.


Además de esta ley, existen leyes morales y espirituales que también se aplican de forma automática, seas creyente o no. Estas leyes no son impuestas por Dios ni por las religiones, son leyes naturales que surgen de la naturaleza moral y espiritual del ser humano. Las religiones sólo se limitan a recordarnos que existen dichas leyes y que su quebrantamiento es pecado, no porque se quebrante la ley, sino por el daño que causa.

 

El ser humano es juzgado por el bien y por el mal que se causa a sí mismo. El bien que nos hacemos genera desarrollo, progreso y bienestar, mientras que, el mal que nos causamos, genera deterioro, pérdida de oportunidades, fracaso y frustración, de lo cual, las personas no solemos tener conciencia, y esa es nuestra mayor desgracia, porque si tuviéramos conciencia podríamos rectificar. 

De la misma forma, el bien que hacemos a los demás, a través de la acción o del buen ejemplo, es un bien que nos hacemos a nosotros mismo, porque, por Ley de Causa y Efecto, recibimos lo que damos y somos lo que hacemos. Somos el reflejo de nuestras acciones.

 

Muchas de las cosas buenas que nos ocurren hoy, son los beneficios que recibimos por cosas bien hechas anteriormente, así como hay cosas que nos salen mal como consecuencia de errores cometidos en el pasado. De aquí la importancia de acumular méritos para el futuro y de no contraer deudas con la vida.

 

Muchas personas no creen en la Ley de Causa y Efecto, debido a que observan cómo los corruptos, criminales y delincuentes viven a sus anchas, cómo los poderosos oprimen y explotan a los débiles y cómo los astutos engañan a los inocentes. Esta triste realidad nos lleva a pensar que en esta vida no existe justicia. Esta conclusión de debe a que juzgamos el éxito por las cosas materiales que logramos (dinero, fama, poder, placer...) los cuales son efímeros y pasajeros. Pero nuestra opinion cambia cuando comprendemos que el verdadero éxito y la verdadera felicidad, son cosas muy distintas, son esa sensación interna de bienestar, satisfacción, plenitud, alegría, seguridad y paz, que da pleno sentido a la vida y que nadie nos puede robar.

Podemos estar seguros de que los corruptos, criminales, explotadores y delincuentes no disfrutan de estos bienes.

 

Los seres humanos somos un ejemplo e influimos en los demás para bien o para mal.

 

Esta influencia no se limita a los momentos concretos en los cuales afectamos a las personas, sino que tiene una resonancia que puede influir durante toda su vida e inclusive puede transmitirse a futuras generaciones.


A lo largo de tu vida has recibido ideas y ejemplos, buenos y malos, los cuales recuerdas con frecuencia y siguen influyendo en tu vida. Todos estos contenidos forman parte de tu estructura mental y son determinantes en tu conducta. Imagina el mérito que tienen aquellas personas que te han ayudado a ser una buena persona... y la culpa que tienen las personas que con sus ideas o malos ejemplos perjudicaron tu desarrollo.


Es importante que tomemos conciencia de que los efectos (buenos o malos) de nuestras acciones y ejemplos permanecerán en el tiempo y se expandirán a otras personas y a otras generaciones.


De aquí la necesidad que tenemos de ser buenas personas, de ser un ejemplo de principios y valores, de educación, de respeto y de solidaridad, que estimule la autoestima y el deseo de superación en las personas. Este tema es una llamada de atención a los padres y educadores, y a todas las personas que tienen el poder y la responsabilidad de modelar la conciencia y el corazón de las personas.


Visto de esta forma, es terrible el daño que causan las personas corruptas,... No sólo por el daño que causan hoy, sino porque contaminan a futuras generaciones. Los malos ejemplos son semillas que crecen, se multiplican y se expanden como la cizaña, trastornando todo. Tal es el daño que causan que Jesucristo lanzó contra estas personas distintos anatemas:  

"Quien escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgasen al cuello una piedra de molino y lo arrojaran al fondo del mar" ...

¡Ay del mundo por los escándalos! Es inevitable que sucedan escándalos. Pero, ¡Ay del hombre por quien viene el escándalo!

 

El cuerpo humano es atacado constantemente por microbios y bacterias, pero se defiende por medio del sistema inmunológico, si el sistema inmunológico no respondiera la consecuencia sería la muerte. De forma similar, la sociedad es atacada constantemente por poderes e intereses, a los cuales no les importa las personas, ni el dolor, ni las miserias que causan, y, si la sociedad no activa su sistema inmunológico, formado por las personas buenas, se impondrá la corrupción y la barbarie.

 

Las personas te observan. Sé un modelo que estimule a la superación, a la honestidad, a la educación y a la paz. Recuerda que, cada buen ejemplo se multiplicará en millones de buenos ejemplos, sobre los cuales tendrás ciertos derechos y beneficios, así como cada mal ejemplo se multiplicará millones de veces, por los cuales tendrás cierta responsabilidad. Por esta razón, los seres humanos estamos obligados a hacer el bien y a evitar el mal. Y por la misma razón, estamos obligados a estimular a los demás para que hagan el bien y eviten el mal.

Trata de que el mundo sea un poco mejor, gracias a tu paso por esta tierra.

 

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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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